Recubrimientos Anticorrosivos
Protege el acero con recubrimientos anticorrosivos: epóxicos, poliuretanos y galvanizados que prolongan vida útil, reducen mantenimiento y mejoran rendimiento.
Los recubrimientos anticorrosivos son esenciales para garantizar la durabilidad del acero en prácticamente cualquier entorno. Desde zonas industriales hasta regiones costeras, la presencia constante de humedad, sales, químicos y variaciones térmicas acelera la degradación del metal.
Por ello, la protección no es un lujo, sino una necesidad técnica que impacta directamente en la vida útil de estructuras, maquinaria, tuberías y equipos críticos. Comprender cómo funcionan estos sistemas y por qué son tan importantes permite tomar decisiones más eficientes tanto en obra como en mantenimiento.

El principio fundamental de la protección anticorrosiva es impedir que el metal entre en contacto con el agua y el oxígeno.
Para lograrlo, se utilizan recubrimientos especializados como pinturas epóxicas, poliuretanos y sistemas galvanizados, los cuales crean una barrera física y, en algunos casos, una defensa química adicional.
Los epóxicos destacan por su alta resistencia química y su excelente adherencia, lo que los hace ideales para ambientes industriales. Los poliuretanos aportan flexibilidad, acabado estético y resistencia a la intemperie, mientras que el galvanizado proporciona una protección catódica que actúa incluso si la superficie llega a dañarse.
Sin embargo, la efectividad de estos sistemas no depende únicamente del material, sino de la forma en que se aplican. La preparación de la superficie es uno de los pasos más determinantes. Antes de aplicar cualquier recubrimiento, el acero debe estar libre de óxido, grasa, polvo y contaminantes que puedan afectar la adherencia.
Procesos como el arenado, el lijado o el lavado a presión aseguran que la pintura se ancle de manera uniforme. También es crítico lograr un espesor adecuado, pues una capa demasiado delgada no proporcionará protección suficiente, mientras que una demasiado gruesa puede agrietarse o desprenderse con el tiempo. Finalmente, el curado correcto permite que el recubrimiento alcance sus propiedades máximas de resistencia, dureza y estabilidad.
