Los clavos surgen del trefilado
La primera línea de producción de los clavos, comienza con el proceso de trefilación; la principal función es estirar en frío el alambrón de acero para reducir su diámetro a una medida deseable.
El proceso de trefilación es el primero de la línea de producción de los clavos. Consiste en el estiramiento en frío del alambrón de acero para reducir su diámetro a una medida deseable. La reducción del diámetro implica la reducción de la sección y por consiguiente se produce un aumento de la longitud. Una vez con el diámetro requerido conforme a las medidas de los clavos, pasan por otro equipo en el que se forma la cabeza y la punta del mismo. Posteriormente, el clavo es pasado por tómbolas que ayudan a “limpiarlo” y quitar los restos de acero que puedan quedar adheridos al mismo.
La primera línea de producción de los clavos, comienza con el proceso de trefilación.
Pasos para la producción de clavos
El proceso de fabricación de un clavo comienza cuando el acero es estirado en un horno a una temperatura mayor a los cien grados centígrados. Esto para darle una forma cilíndrica y alargada, que al enfriarse se forma el alambre de acero, el cual se trefila hasta alcanzar el diámetro requerido.
El trefilado se realiza a través de una máquina denominada trefiladora, la cual ayuda a estirar el alambre en frío con el propósito de reducir el diámetro del alambrón un poco más. Luego, este mismo producto es llevado a través de las hileras, dados, mandriles, o trefila de carburo de tungsteno, hasta concluir con el proceso.
El alambrón trefilado se debe insertar en una máquina que lo sujeta desde una mordaza, y con un golpe de émbolo o martillo se va formando la cabeza del clavo.
Dependiendo del material, las características de un clavo suelen ser distintas como sus presentaciones en el mercado.