Lijado: acabados impecables
Las lijas cargan la responsabilidad de preparar superficies, pero depende de nosotros encontrar la mejor opción para cada tarea.
Las herramientas abrasivas tienen una gran importancia, sobre todo porque pueden utilizarse con distintos objetivos. Las superficies pueden alisarse, pulirse, abrillantarse o simplemente limpiarse con el procedimiento de lijado. Además, su importancia también se extiende a la eficacia de los diferentes trabajos de acabado, como pintar o barnizar, pues dejan la superficie en óptimas condiciones para recibir ese recubrimiento.
En ese sentido, lijar es el paso fundamental para obtener acabados impecables. La importancia de este proceso tiene como resultado la delicadeza de una superficie estética. Sin embargo, este proceso es tan necesario como específico. Si no se utiliza el abrasivo correcto, se pueden obtener resultados no deseados en las superficies, o dejar las clásicas estrías en las mismas. Esos defectos pueden evitarse con una selección informada de las herramientas abrasivas. Aunque el proceso requiera del rigor y también de la fuerza, es un tratamiento delicado que nunca debe subestimarse.
La importancia del uso de la lija reside principalmente en el acabado de los productos, un mal proceso de lijado puede tener implicaciones en la calidad del producto final.
Cada lija se diseña para un propósito en específico. Dependiendo el tipo de sustrato que se utilice ya sea metal, madera, recubrimientos automotrices, vidrio, tenería, ropa y hasta en el cuerpo humano, es como debe seleccionarse la lija. En general un proceso de lijado incluye tres etapas: 1) desbaste, 2) acabado intermedio y 3) acabado final o pulido. Los grados de lija del rango del 36 al 80 se utilizan para desbastar, del grado 100 al 150 para dar un acabado intermedio y a partir del 180 hasta el 3000 para dar un acabado final.
Hoy en día el sector industrial cuenta con sistemas de lijado autómatas y herramientas complejas, que puede ser de una simple lijadora orbital o moto tool hasta brazos robóticos que logran obtener acabados en menor tiempo y con mayor precisión, sin dejar de mencionar las máquinas calibradoras que pueden lijar sustratos a una velocidad de 60 metros por minuto y que son operadas por sólo 2 personas.