Despacio que no llevamos prisa: tiempos de análisis y de cautela

Publicado en: Notas | 27 abril, 2022

“No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos” Albert Einstein.

Los economistas –especialistas en el comportamiento de los mercados–, hablan del ’’ efecto látigo’’ cuando la demanda de un producto o insumo cambia repentinamente, pudiendo distorsionar la oferta. Sucede que el efecto de este cambio repentino se magnifica con cada nivel de la cadena de suministro, ya que cada proveedor agrega un margen adicional a su pedido para estar seguro. Por lo tanto, los cambios mínimos en la demanda de los clientes pueden generar una gran demanda adicional de materias primas. Esto se llama el efecto látigo. Al igual que con un látigo, un pequeño movimiento de la muñeca puede provocar un gran chasquido en el otro extremo.

“Es un error capital teorizar antes de poseer datos. Uno comienza a alterar los hechos para encajarlos en las teorías, en lugar de encajar las teorías en los hechos” Sherlock Holmes.

Para ejemplificar el fenómeno, deseamos traer el caso de Singapur que en el 2020, en lo más álgido de la pandemia, se quedó sin huevos porque los consumidores los acumularon. Los minoristas ordenaron más huevos, desesperados por satisfacer la demanda. Pero una vez satisfecha la demanda, de repente hubo un exceso de oferta. En junio de ese año, los distribuidores tiraron 250,000 huevos.

Sobrerreaccionar y tomar decisiones no acertadas es muy probable en este momento de incertidumbre e inflación, aunado a una logística vulnerable en la cadena de suministros. La recomendación: información oportuna, mejor comunicación, mejor análisis de las decisiones de nuestros proveedores y clientes; y, por supuesto, de las propias.

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