De la Tradición a la Innovación: Estándares en Plomería

Publicado en: Notas | 27 mayo, 2025

Durante años, hacer un “buen trabajo” en plomería se resumía en que no hubiera fugas y que el agua fluyera. Pero eso ya no basta.

Hoy, la calidad implica mucho más: instalaciones que soportan presión, materiales durables, conexiones limpias y, sobre todo, cumplimiento con normas técnicas. Porque una línea de gas mal hecha no solo gotea… pone vidas en riesgo. Y una instalación de agua que no respeta estándares puede fallar justo cuando más se necesita. La buena plomería actual se parece más a la ingeniería: precisa, planificada y pensada para durar. ¿Qué significa calidad hoy? Que un sistema funcione sin problemas durante años, que sea seguro, que ahorre agua o energía, y que incluso se vea bien. En resumen, calidad ya no es solo que funcione… es que funcione bien, con técnica, y con responsabilidad.

HISTORIA BREVE DE LA PLOMERÍA Y SUS ESTÁNDARES

La plomería tiene raíces milenarias: los romanos ya usaban tuberías de plomo (de ahí la palabra plumber, plomo en inglés) para llevar agua a las ciudades, aunque sin saber que el metal era tóxico.

A lo largo de la historia, la normatividad mundial en plomería ha atravesado varios hitos clave que han transformado el oficio.

En el siglo XIX, con la Revolución Industrial, comenzaron a establecerse las primeras regulaciones para garantizar la seguridad y la higiene en los sistemas de agua potable y drenaje, como el Código de Sanidad de Londres. En el siglo XX, la creación de normas internacionales como las de la ISO y la incorporación de regulaciones locales, como las Normas ASTM y las de la Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA), se encargaron de regular materiales y técnicas.

A medida que el siglo XXI avanza, la implementación de normas más específicas, como la NSF/ANSI para productos de plomería y las recientes regulaciones en eficiencia energética y de recursos hídricos, han dado paso a un enfoque integral, que no solo prioriza la seguridad, sino también la sostenibilidad y la innovación tecnológica en el diseño y uso de sistemas hidráulicos.

En México, durante buena parte del siglo pasado, muchas instalaciones se hacían “a ojo” y con materiales improvisados.

Se usaban tubos de fierro galvanizado, plomo o cobre sin considerar la presión ni la calidad del agua. Las uniones se hacían con soldadura o incluso con adhesivos caseros, y rara vez había planos. Con el tiempo, llegaron nuevas tecnologías, manuales técnicos y normativas como la NOM-002-CONAGUA y la NOM-003-SEDG, que empezaron a exigir instalaciones más seguras, eficientes y duraderas.

Así nació el estándar moderno: hacer plomería con técnica, no solo con oficio.

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