¿Cobrar o no el Presupuesto?
Un presupuesto profesional es parte del trabajo, no un favor. Si usas tu tiempo, equipo y experiencia, tienes todo el derecho a cobrarlo.
Antes de decidir si se cobra o no un presupuesto, hay que entender bien la diferencia entre un estimado y un presupuesto profesional. El estimado es una cifra rápida, basada en experiencia y sin mayor análisis, como decir que cambiar un WC cuesta “unos $700”. El presupuesto, en cambio, implica tiempo, traslado, medición, análisis, experiencia técnica y en ocasiones hasta asumir riesgos. ¿Por qué es importante esta distinción? Porque muchos clientes creen que el presupuesto es solo “decir cuánto cuesta”, cuando en realidad ya empieza el trabajo profesional desde ese momento.
Cobrar por un presupuesto tiene sentido si consideras lo que realmente estás poniendo en juego.
Tu tiempo (¿cuánto vale tu día?), tus herramientas, tu conocimiento, e incluso los costos asociados como gasolina, traslados o acompañantes del equipo. Si además haces levantamientos, compras material, evalúas riesgos o preparas propuestas formales —aunque sea por WhatsApp— ya estás entregando valor.
Y si encima el cliente decide no contratarte, ¿por qué deberías absorber ese costo? La respuesta lógica es: no deberías. Para saber si ya estás listo para cobrar un presupuesto, hazte esta pregunta: ¿ofreces estos cinco elementos?
- Conocimiento técnico actualizado
- Herramientas y equipo adecuados
- Garantía clara del trabajo
- Presentación profesional (ropa, actitud y lenguaje)
- Medios de pago y facturación.
Si cumples con estos puntos, no solo tienes derecho a cobrar: tienes la obligación de hacerlo, porque representas a un oficio que debe valorarse como lo que es: especializado, esencial y profesional.