Aerosoles: practicidad al momento de pintar

Para realizar reparaciones pequeñas en sitios donde se ha descarapelado la pintura, o pintar artículos de pequeño tamaño, los aerosoles son una práctica y accesible opción. 

Un aerosol es el conjunto formado por un recipiente no reutilizable de metal, vidrio o plástico que contenga un gas comprimido licuado o disuelto a presión con o sin líquido, pasta o polvo, y esté provisto de un dispositivo de extracción que permita la salida del contenido en forma de partículas sólidas o líquidas suspendidas en un gas, en forma de espuma, pasta o polvo, o en estado líquido. En 1927, el Ingeniero Químico noruego Erik Andreas Rotheim presentó la primera patente de una lata de aerosol.

Cualquier tipo de aerosol está compuesto por un recipiente donde se almacena el producto y un mecanismo de expulsión que permite sacar de forma vaporizada el contenido, el cual puede ser activado de forma manual o mediante un gas propelente a alta presión, esta presentación de aerosol contiene una parte de gas licuado con el producto, que junto con el fondo arqueado del envase mantienen la presión necesaria para funcionar.

TÉCNICA DE APLICACIÓN 

Lo primero es preparar bien la superficie a pintar, lijar para quitar posibles rebabas, suciedad o grasa, y áreas de pintura maltratada. Se deben enmascarar las áreas que no se van a pintar, aunque para los trabajos de reparación es importante evitar rociar una capa completa hasta la cinta de enmascarar, que dejará una línea dura.

El flujo de pintura debe iniciarse o detenerse en el área enmascarada en lugar de sobre el área que se pretende pintar, ya que los aerosoles a menudo acumulan  gotas de pintura en la válvula. Las capas deben acumularse lo suficientemente ligeras para evitar que se corran, pero debe cubrir toda la superficie, rociando de forma fina a aproximadamente 20 cm a 30 cm de distancia entre el aerosol y la superficie.

Precauciones. Los aerosoles son altamente flamables, por lo que se recomienda almacenarlos a temperatura constante entre 10 y 25º C, lejos de la contaminación externa para evitar la oxidación del envase metálico y reducir alteraciones de las propiedades físicas del contenido.

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