Seguridad en los tanques estacionarios
Un tanque estacionario es un recipiente de acero, diseñado para almacenar el gas LP a una alta presión. Es abastecido por una pipa que transporta el combustible hasta el inmueble, a diferencia de un cilindro.
Todos deben ser manufacturados con materiales de alta calidad, utilizando procedimientos de soldadura certificados y cumpliendo cabalmente con las normas establecidas por ASME, que es una asociación de profesionales que ha generado un código de diseño, construcción,inspección y pruebas para equipos.
Por seguridad, los tanques estacionarios se deben instalar en lugares altos, abiertos y ventilados (no en lugares confinados); las válvulas se deben cambiar cada 2 y 5 años: válvulas de llenado, desfogue y alivio. Preferentemente, se debe proteger el tanque de la intemperie, en caso de que esté expuesto, es necesario dar mantenimiento continuamente con pintura anticorrosión e impermeabilizante. Hay que tomar en cuenta que la vida útil de los tanques estacionarios con mantenimiento continuo es de 20 años.
La principal ventaja de contar con un tanque estacionario es que brinda mayor seguridad y por tanto tranquilidad al usuario, debido a que se encuentra fijo y al aire libre.
El tiempo que tiene un tanque de gas se puede consultar a un costado de la llave, donde se encuentran unos números, que pertenecen a la fecha de fabricación. Tienen una vida útil de 10 años, sin embargo, puede extenderse otros años más en caso de tener el mantenimiento adecuado. Si tiene 10 años o más de fabricado, debe contar con un dictamen vigente que evalúe los espesores del cuerpo y las cabezas, realizado por una Unidad de Verificación, misma que puede contratarse en el padrón de la Secretaría de Energía marcando al número del conmutador 5000-6000.
Actualmente, los tanques estacionarios proporcionan una solución muy eficiente para los inmuebles que requieren de un suministro de gas continuo, ya que permiten disponer de este combustible en forma constante. El principal objetivo de estos tanques es el almacenar el gas en forma líquida, mismo que pasa a un estado gaseoso durante su consumo.