Ser ferretero, mi pasión por este noble negocio

Publicado en: Notas | 17 enero, 2017

Qué bonito es dedicarnos a lo que más nos gusta, hacerlo con entusiasmo y mucha pasión. Pero también es muy satisfactorio ver los resultados de nuestro trabajo, individual y en equipo; confirmar que lo que hacemos, y como lo hacemos, le gusta a quien le tiene que gustar: a los clientes.

Friendly man working at a hardware store looking happy

Hace poco escuchaba una simpática frase: “Sin ventas no hay paraíso…”, que vale la pena acotar, parafrasea el nombre de una novela del escritor colombiano Gustavo Bolívar: Sin tetas no hay paraíso, novela polémica y entretenida, que por cierto ha sido llevada a diversas series de televisión y película.

Además de divertida, y me refiero a la frase, no necesariamente a la película o serie de TV; es muy cierto, al menos en el caso de las ventas, ya que sin ellas no sucede nada. Con ventas -y una buena operación, claro- puede haber prosperidad, expansión y desarrollo, que es el paraíso buscado por muchas empresas. Todo se mueve en el momento en que suceden las transacciones comerciales, es cuando los productos fluyen de una fábrica a un distribuidor, de un distribuidor a un retail y de ahí al consumidor o usuario final. Y sin renunciar a un mundo ideal (sin mercancías inútiles y dañinas, o sin cosificar lo verdaderamente valioso de la vida); hoy, lo aceptemos o no, los mercados (todos), reflejan un movimiento de mercancías muy intenso y diversificado: mercancías tangibles e intangibles, naturales y sintéticas, en diminutas cajas o en enormes contenedores, productos perecederos y otros no, de baja y alta tecnología, anticuadas y vanguardistas, de agradable y sutil olor y de insoportable hedor; de tocho morocho, como dicen en el barrio.

En este sentido y considerando la enorme variedad de productos que la sociedad demanda, ¿dará lo mismo ser entonces un comerciante o distribuidor de productos de papelería, productos agropecuarios, de textiles y vestido, de productos ferreteros, abarroteros, editoriales o farmacéuticos? No, definitivamente cada sector tiene sus características peculiares y en cada uno de ellos se desarrolla una cultura de negocios, una mística

¿Dará lo mismo ser entonces un comerciante de productos de papelería, productos agropecuarios, de textiles y vestido, de productos ferreteros, abarroteros, editoriales o farmacéuticos?

¿Cómo se llega a ser ferretero?

Realmente es muy complejo y misterioso. Reflexionemos un instante: por circunstancias, causalidades y casualidades, en cierto momento de vida decidimos emprender un negocio o trabajar en un sector económico particular, en nuestro caso en el ramo ferretero.

Empezando primero a conocerlo y reconocerlo con cierta cautela y duda, después a sentirnos ya en confianza y desenvolvernos con mayor naturalidad y destreza; para luego conocerlo en sus más finos detalles de trabajo y relación con tanta gente en la cadena de suministros, y en tantos lugares y circunstancias diversas del país. Todo este proceso de involucramiento puede tomar meses, años, e incluso, varias décadas. Empezamos entonces a sentir esa pertenencia y a desarrollar, gradualmente, un compromiso con todas las partes de este complejo ramo ferretero: los fabricantes, proveedores de insumos, distribuidores, proveedores de servicios; colaboradores de todo tipo, revistas, eventos, expos, personajes, comerciantes al por menor, y clientes de toda índole y perfil: técnicos profesionales, semiprofesionales y aprendices, usuarios domésticos y transeúntes ocasionales; gente muy joven, adultos y abuelos. Algunos poco letrados y otros muy intelectuales y preparados. La sonrisa de satisfacción de cualquiera de ellos (clientes, colaboradores, empresarios o amigos del ramo) es la mejor paga a nuestro trabajo de cada día, su satisfacción se transforma en una repetición de sanas operaciones y transacciones, en una relación y amistad de años; y así, sin quererlo y planearlo, nos convertimos gradualmente en auténticos ferreteros, de experiencia, tradición y arraigo.

Los más apasionados

Hagamos una pregunta: ¿quiénes son los más apasionados en un sector? Naturalmente las empresas y personas a las que mejor les va, las que mejores resultados han obtenido de su trabajo, creatividad y operación. De ellos, generalmente surgen las nuevas ideas y las ganas de seguir adelante, a pesar de las crisis; creciendo siempre, luchando y superando adversidades, nunca durmiéndose en los laureles o acomodándose en zonas de confort. Bien decía el escritor francés Bernard Le Bouvier de Fontenelle (1657-1757) “Las pasiones son como los vientos, necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de fuertes huracanes”. En este sentido, justo es reconocer que la pasión no es suficiente para lograr resultados ideales, ya que una pasión en exceso, con ausencia de otros ingredientes, podría derivar en resultados desastrosos. A nuestro intenso y apasionado trabajo diario, se le deben agregar planes estratégicos, inversión, disciplina y tres elementos fundamentales, que siempre equilibrarán la balanza de nuestras pasiones: preparación, compromiso y responsabilidad.

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