Procedimiento de soldado
Una instalación bien hecha hace que el mantenimiento posterior sea mínimo, únicamente preventivo. En el caso de la soldadura de tubos de cobre se combina la importancia de un proceso eficiente con la elección de materiales adecuada.
En primer lugar, es importante conseguir tubos de cobre con el diámetro adecuado. Con esto, aunque no parezca, ya comienza el proceso de soldadura. Es importante resaltar que este tipo de tuberías se identifican en medidas nominales, las cuales son diferentes al diámetro exterior del tubo. Así, la media nominal es de 25 mm, el diámetro exterior del tubo será de 28.2 mm; es decir, 3.2 mm mayor.
Igual de importante es determinar el grosor del tubo. Para identificar el grosor, los tubos de cobre tienen medidas normalizadas, y se distribuyen en cuatro tipos, que se identifican con diferentes colores. Los más requeridos en trabajos domésticos son las tuberías tipo L y M. Los primeros están marcados con etiquetas azules; su uso es más frecuente en instalaciones comerciales y residenciales. En cuanto a las tipo M, están marcadas en rojo y sus paredes más ligeras permiten que se utilicen en sistemas de presurización.
En el procedimiento de soldadura destacan dos materiales: la pasta y la soldadura, donde influye la elección de marcas de calidad. Sin embargo, se complementa con un procedimiento preciso.
Por otro lado, está la posición del tubo. Antes de instalar y de llevar a cabo el proceso de soldadura, se debe contemplar el sistema de conexión completo; se pueden hacer diagramas para facilitar esta no tan ardua tarea. El motivo de la planeaciones anticiparse a las fuentes de calor y a los diámetros de las conexiones. Además, se pueden determinar los conectores y las uniones adecuadas, tales como adaptadores macho y hembra, codos de unión, entronques, entre otros. Cada uno de ellos tiene una función en el esquema hidráulico, por lo que se debe planear con actitud el uso y diseño de la red de tuberías.
Para comenzar con los procesos de soldado se deben tener cuidados previos en la tubería. En primer lugar, se usa papel de lija o lana de acero para quitar la capa de óxido, grasa o aceite de la tubería, ya que de no estar completamente limpias, la soldadura no tendrá una buena fundición y adherencia con la tubería. Tan pronto como la superficie quede limpia, se debe exparcir la pasta en el interior del tubo. Posteriormente se debe regular la llama del soplete, como referencia se debe distinguir una flama azul.
La destreza y habilidad vienen después. Se debe sujetar el solvente con la mano hábil y comenzar a calentar uniformemente la superficie del tubo. Con la mano menos hábil se debe sujetar la soldadura y aproximarla al punto donde la llama se conecta al cobre. Si se realiza el procedimiento de manera correcta, la soldadura comenzará a fundirse y el tubo caliente conducirá a la unión.
En todo momento se debe usar la llama con moderación. Se prefieren movimientos lentos y uniformes. Con la mano menos hábil se debe ir soltando la soldadura de forma regular por la superficie, para lograr que la cubra toda y además fluya en las fisuras. Si por algún motivo la superficie llega a enegreserse, será necesario desmontar el tubo y limpiarlo como anteriormente; de otro modo puede haber fugas en la unión.
Por último, se debe limpiar el exceso de soldadura con un trapo limpio y seco; además, debe enfriarse la zona soldada. Luego, debe limpiarse por dentro de la tubería con un poco de agua fría para eliminar el exceso de fundente o gotas de soldadura que hayan quedado dentro de la tubería. Se trata, pues, de un proceso delicado que requiere práctica y adiestramiento.
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