Potabilización, preservando la calidad del agua
La potabilización se compone por una serie de métodos físico-químicos que tiene como objetivo eliminar todas las sustancias que son dañinas para el ser humano, tales como microorganismos, impurezas orgánicas e inorgánicas. El resultado de este proceso es agua incolora, insípida e inolora, apta para su consumo.
Este procedimiento es parte esencial de preservar la calidad del agua y requiere establecer límites permisibles en cuanto a sus características bacteriológicas, físico-químicas y radiactivas asegurando así la calidad en los sistemas, distribución y consumo.
DEL AGUA COMÚN AL AGUA POTABLE
El proceso comienza desde la captación ya sea de aguas superficiales que se realiza por medio de tomas de agua hechas en los ríos o diques de aguas subterráneas para después seguir con la conducción realizada en acueductos o canales abiertos hacia la presedimentación, que es la fase donde los sólidos sedimentables o arenas caen al fondo al ser más pesados. Al final de este procedimiento se le agregan algunos químicos coagulantes como cal y sulfato de aluminio que ayuden a la estabilización del agua turbia, de esta manera el agua deja de apreciarse totalmente sucia y se convierte en una mezcla heterogénea, este proceso es llamado, floculación.
En la etapa de sedimentación o decantación, el agua reposa en decantadores o piletas de diversos tamaños por un lapso de 40 minutos y una hora, dependiendo de la planta potabilizadora y los flocs, término utilizado para referirse a los coágulos, grumos y partículas sólidas que se generan a través en la etapa de floculación. Aquí el agua no es totalmente incolora, sigue teniendo turbiedad producida por los flocs.
El avance tecnológico nos ha llevado a construir desagües para controlar el flujo de las aguas y aprovechar las captaciones en nuestro beneficio. Desde los albarradones creados en la era prehispánica y gracias a su constante evolución, se vislumbraron los inicios del drenaje nacional.
