Potabilización del agua

Publicado en: | 14 octubre, 2020

Una vez que el agua se extrae de ríos, lagos o acuíferos se potabiliza.

El agua potable es aquella que podemos tomar sin repercusiones en el organismo. Debe contar además con características físicas (buen olor, color y sabor), químicas (cierta concentración de sus componentes), microbiológicas (libre de organismos patógenos) y radiológicas (límite de concentración de sustancias radiactivas).

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Para purificarla se la somete a un tratamiento preliminar que consiste en remover los desechos grandes: las algas, la grava, arena limo y demás sedimentos. El tratamiento principal consiste en la remoción de olores y gases disueltos, adición de oxígeno, conversión de sólidos no sedimentables en sólidos sedimentables, remoción de dureza, remoción de sólidos finos y de la mayoría de microorganismos, remoción de sustancias orgánicas, prevención de corrosión e incrustaciones, fluoración para prevenir las caries y desinfección de organismos patógenos. Esto último es muy importante ya que minimiza la probabilidad de transmisión de enfermedades.

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Una vez potabilizada, el agua debe almacenarse para poder ser distribuida regularmente, con volúmenes capaces para satisfacer la demanda. Estos depósitos deben proteger al agua de la contaminación y los cambios de temperatura, por lo que deben estar aireados y cubiertos. A partir del depósito, el agua se distribuye a través de tuberías de presión que consiguen su empuje mediante estaciones de bombeo.

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Del tanque de almacenamiento sale una tubería maestra que se divide en otras cada vez menores, pasan debajo de las calles y cubren todas las ciudades. En la Ciudad de México, el sistema Cutzamala suministra el 28.3% de agua y el sistema Lerma el 12%. La ciudad tiene un consumo diario promedio por habitante de 360 litros, a pesar de que lo recomendado para las grandes ciudades sea de 150 litros.

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