Las llaves para cerradura
Una llave es un instrumento que se usa para abrir y cerrar las cerraduras incorporadas a objetos que se pretenden proteger de accesos no deseados.
La existencia de las llaves y cerraduras se remonta a 4,000 años, en tiempos del Antiguo Egipto, donde ya se usaban estos utensilios, aunque muy rudimentarios, por ser de madera. En un principio se usaban pestillos de madera que se insertaban en el lateral del marco que rodeaba la puerta, después se aseguraron con varios pernos que penetraban en los orificios practicados en el pestillo gracias a la acción de las llaves.
En el Antiguo Egipto su uso estaba reservado exclusivamente a los ricos; sin embargo en la Grecia Clásica se estandarizó su uso. Allí se dice que fue Teodoro de Samos quien desarrolló una versión de llaves y cerraduras en el siglo VI a. C. sin saber de la existencia de la invención egipcia, según cuenta el escrito romano Plinio el Viejo. Actualmente podemos encontrar llaves más sofisticadas, desde las accionadas por control remoto, hasta las de alta seguridad con códigos digitales, que permiten controlar los accesos a distancia.
TIPOS DE LLAVES
- Llave clásica. Es una pieza de forma cilíndrica, a veces perforada, en forma de tubo, con una o dos paletas al final. La paleta tiene un código de acanaladuras a los costados, o un código de dientes en el extremo más alejado del cilindro.
- Llave Yale. Es una llave excéntrica que funciona al levantar una serie de vástagos metálicos, hasta que quedan alineados con el cilindro de giro del bombín.
- Llave de puntos. Es una llave de seguridad, funciona como la llave Yale salvo que los vástagos, en lugar de estar en el mismo plano que la llave, se encuentran en tres planos diferentes, girados a 120º. Es por tanto, más precisa y difícil de forzar.
PARTES DE LA LLAVE
La mayoría de las llaves clásicas son metálicas (de acero o aluminio) y se utilizan para abrir la cerradura, introduciéndola en ella y haciéndola girar. En general, constan de una parte ancha, en forma más o menos redonda u ovalada, con o sin perforaciones, que sirve como apoyo para manejarla; además de un vástago con diversas muecas, estrías o paletas que forman un código, de modo que la cerradura a la que se destinan, solamente pueda abrirse con ella u otra que tenga el mismo código.
Las acanaladuras, tanto en el vástago, como en la paleta, forman un primer paso del código, puesto que impiden que las otras llaves, con acanaladuras distintas, pueden introducirse en la cerradura. El segundo código viene dado por las muescas que levantan o mueven una serie de distinta longitud, que cuando coinciden, permiten girar la llave, liberando el mecanismo de cierre.
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